La Ilíada
martes, 28 de abril de 2020
Introducción a la Mitología
La Mitología es un discurso o tratado sobre
las fábulas, o mejor, sobre los mites o mitos de los antiguos, que no
siempre daban a esta palabra el sentido fabuloso y alegórico que los modernos
le han concedido. Se comprende también bajo este nombre al conocimiento general
de las creencias y religiones antiguas o primitivas, de sus misterios, de sus
ceremonias, y del culto con que honraban a sus dioses y héroes, como así mismo
las diferentes alegorías de los poetas, de los artistas y de los filósofos.
¿Cómo llegaron los mitos
a nosotros?
Los griegos no tuvieron un libro sagrado
como el Popol Vuh de los indios quiché o la Biblia del pueblo hebreo, sino que
todas estas historias circulaban oralmente, y algunas fueron tomadas por los
poetas para componer epopeyas o tragedias, de ese modo es como llegaron hasta
la actualidad.
¿Cómo se clasifican los
mitos?
Existen distintas clases de mitos:
-
Cosmogonías: relatan el origen del
universo.
-
Teogonías: narran el origen de los dioses.
-
Antropogonías: explican el origen del
hombre.
Pero también suelen incluirse en el dominio
de la mitología, las leyendas etiológicas y los ciclos heroicos:
-
Leyendas etiológicas: también llamadas mitos
de origen, explican el nacimiento de un fenómeno específico, como el eco o
la música, o bien, de algún elemento de la naturaleza local, como un río o una
montaña.
-
Ciclos heroicos: son las narraciones
protagonizadas por un mismo héroe.
¿Qué tipos de personajes
aparecen?
Un mito es un relato tradicional que se
refiere a unos acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres
sobrenaturales o extraordinarios, tales como dioses, semidioses, héroes,
monstruos o personajes fantásticos, los cuales buscan dar una explicación a un
hecho o fenómeno.
Los dioses, si bien podían dominar las
fuerzas de la naturaleza y eran inmortales, se parecían mucho a los humanos en
cuanto a que experimentaban las mismas pasiones: celos, ira, amor, rencor,
etc., y también tenían defectos y virtudes.
¿Qué concepción de
tiempo tenían los antiguos?
Existen dos clases de tiempo: el tiempo del mito, circular y repetitivo; y
el tiempo sucesivo, la duración temporal ordinaria.
El hombre mítico encuentra una relación muy
estrecha entre el nacimiento y la muerte. Para él, la muerte es un volver al
origen, un volver a nacer. Porque en el origen, en el instante de la creación,
se encuentra el principio y el final de todas las cosas.
La concepción mítica del tiempo determina la
manera de estar en el mundo. Permite al hombre confrontar el presente con el
momento feliz y armónico de la creación. Al tiempo que toma conciencia de la
insatisfacción y el drama del momento que vive, adquiere la certeza de que ese
drama es posible superarlo volviendo al origen. De esta manera, el hombre
mítico entiende que su estar en el mundo sólo tiene sentido en la medida en
que, con su actuar, rememora y reconstruye el equilibrio del tiempo primigenio.
Al lado del tiempo mítico, existe el tiempo
lineal, ordinario y cotidiano.
¿Cómo concebían los hombres
antiguos a los mitos?
El pueblo griego era
profundamente religioso y los mitos se rememoraban en todas las manifestaciones
festivas de la colectividad. Los mitos proporcionan una interpretación del
mundo y, en ese sentido se relacionan con la religión, como creencias
colectivas que transmiten cierta imagen del mundo previa a los saberes
racionales, a las técnicas y ciencias.
¿De qué se trataba la
Ilíada y la Odisea?
La Ilíada. La obra consta
de 15.693 versos y está organizada en 24 cantos o rapsodias. La acción
transcurre en Troya (Ilión para los griegos) y cuenta la historia de Aquiles,
hijo del rey Peleo y la nereida Tetis. Su cólera lo enfrenta a Agamenón, jefe
de los aqueos, quien le ha robado su parte del botín y a la joven sacerdotisa
Briseida. Enojado, Aquiles se niega a seguir colaborando con el ataque a Troya,
aunque Telamonio, Odiseo y dos heraldos son enviados para pedirle disculpas,
entregarle regalos y devolverle a Briseida.
Entre tanto, Paris, hermano de Héctor, el
jefe de las tropas troyanas, desafía al aqueo Menelao y, ayudado por la diosa
Afrodita, lo vence y se queda con su mujer, Helena, de singular belleza.
Patroclo, compañero de armas de Aquiles,
hace huir a los troyanos, pero es asesinado por Héctor. Para vengar la muerte
de su amigo, Aquiles se reconcilia con Agamenón y vuelve a la lucha. Los dioses
también pelean entre ellos, unos a favor de los aqueos y otros, de los
troyanos. En un enfrentamiento, Aquiles mata a Héctor, ata el cadáver a su
carro de combate y da vueltas alrededor de la ciudad.
Tras el funeral de Patroclo, Aquiles
continúa amedrentando a los troyanos con el maltrato del cadáver de Héctor.
Príamo, rey de Troya, se dirige al campamento griego para suplicarle la
devolución del cuerpo de su hijo. El vencedor acepta y se celebran los
funerales de Héctor.
La Odisea. A Odiseo, guerrero
astuto y valiente que participó del ataque a Troya, se debe el ardid que
permite conquistar la ciudad mediante el célebre caballo de madera. Los héroes
griegos, vencedores en Troya, regresaron a sus tierras. Existieron numerosos
relatos de las travesías que emprendieron y de las circunstancias adversas que atravesaron, pero solo se conserva la
historia de Ulises u Odiseo, rey de Ítaca. Tras veinte años de ausencia y
muchas experiencias vividas (su encuentro con el gigante Polifemo, la huida
tras escuchar el canto de las sirenas, el encuentro con seres monstruosos, como
los Lestrigones, los Lotófagos, los Cíclopes; su estadía en el palacio de la
diosa Circe, la furia de Poseidón y la
visita al Hades, el reino de los muertos, para consultar el espíritu del
adivino Tiresias), finalmente el héroe
arriba a su palacio donde lo aguardan su hijo Telémaco y su mujer Penélope.
Asediada por numerosos pretendientes que deseaban tomarla por esposa, Penélope
había resistido diciéndoles que solo se casaría cuando acabase una labor de
tejido. Todas las noches, la fiel esposa destejía lo hecho para volver a tejer
al día siguiente. Al igual que las Moiras, las diosas que tejían el destino de
los hombres, Penélope teje y desteje congelando el tiempo de sus pretendientes,
a fin de esperar a su esposo y alcanzar su destino anhelado.
Por su parte, Ulises es el héroe que se
adapta a cada circunstancia, que pone en juego mil recursos y, a diferencia de
Aquiles, que nunca cambia, logra escapar de las prisiones de mágicas
hechiceras, vence la crueldad del salvaje Polifemo o se defiende de las
sirenas, y vive experiencias maravillosas. Su mundo mítico es fruto del
ingenio, de los recursos del hombre puestos en acción.
A diferencia de La Ilíada, en La
Odisea no hay combate heroico. Si bien los hombres mueren, el poema está
centrado en la vida, en la aventura, en las muchas posibilidades que se ofrecen
a la inteligencia del héroe que reflexiona, medita, y encuentra la forma de
vencer los obstáculos. La Odisea es un símbolo del héroe mortal, que sufre y
aprende, que enfrenta desafíos y que vence la adversidad.
¿Cuáles son los
principales dioses y semidioses griegos correspondientes de los romanos?
Principales dioses: el más importante y poderoso de ellos era Zeus, que presidía las asambleas
divinas de las que participaba su esposa (y hermana) Hera, la diosa de la
fecundidad; Apolo, el dios de la Medicina, la música y los oráculos; Poseidón,
el dios del mar; Démeter, la diosa de la agricultura; Ártemis, la diosa de la
caza y la virginidad; Afrodita, la diosa del amor; Ares, el dios de la guerra;
Atenea, la diosa de la inteligencia y la sabiduría; Hefesto, el dios del fuego;
Hestia, la diosa del hogar; y Hermes, el dios del comercio y mensajero de las
deidades.
¿Qué es un héroe para los
antiguos?
Todos los héroes siguen
un camino de pruebas y superación, que es lo que los convierte en héroes; el
héroe no nace, sino que se construye a partir de la experiencia.
Los grandes héroes cantados por la épica y
evocados en las tragedias son de características muy diversas: héroes
aventureros y civilizadores que abren caminos y los despejan de monstruos, como
Heracles (Hércules, para los latinos), Jasón, Teseo y Odiseo, o héroes
guerreros que luchan en batallas o asedios en torno a una ciudad, como
Agamenón, Aquiles, Polinices y Ayax. Pero son seres extraordinarios,
emparentados con los dioses, que actúan en un marco de posibilidades superior
al de la realidad natural. Así, a Heracles lo caracteriza una enorme fuerza; a
Aquiles, la velocidad en combate y a Odiseo, su inteligencia y astucia para
tramar salidas frente a situaciones adversas y lograr el triunfo.
Los dos personajes centrales de la Ilíada,
Aquiles y Héctor, estaban destinados a vivir una vida corta, y los dos lo
sabían. Eran héroes, no porque ante el llamamiento del deber marcharan sin
dudar ni temer, sino porque decidieron enfrentarlo a pesar de todo.
Bibliografía:
-
Mitos y leyendas. De los terribles dioses
griegos. “La ira de los mares”. Iris Rivera.
-
Literatura “Las miradas míticas,
épica y trágica” Serie Enfoques.
Graciana Centron y María Virginia de Hard. Longseller.
-
Literatura 4 ES. Elsa Leibovich y Carlos
Yujnovsky. Tinta Fresca. Buenos Aires,
2011-
-
Los mitos griegos I. Robert Graves.
Alianza Editorial
-
Talento 4. Castellano y Literatura.
-
Las aventuras de Ulises. Horacio Dominguez
-
La Odisea. El increíble viaje de Ulises
para regresar a su amada Isla Ítaca.
miércoles, 8 de abril de 2020
Elogio de la dificultad
Elogio de la dificultad
Hay libros arduos cuya lectura
se parece a un martirio. Conquistarlos, sin embargo, depara la felicidad de las
victorias secretas.
Cada vez que se habla de lectura, maestros, escritores y editores se
apresuran a levantar las banderas del hedonismo, como si debieran defenderse de
una acusación de solemnidad, y tratan de convencer a generaciones de
adolescentes desconfiados y adultos entregados a la televisión de que leer es
puro placer. Interrogados en suplementos y entrevistas hablan como si ningún
libro, y mucho menos los clásicos, desde Don Quijote a Moby Dick, desde Macbeth
a Facundo, les hubiera opuesto nunca resistencia y como si fuera no sólo
sencillo llegar a la mayor intimidad con ellos, sino además, un goce perpetuo
al que vuelven todas las noches.
La posición hedonista es, por supuesto,
simpática, fácil de defender y muy recomendable para mesas redondas porque uno
puede citar de su parte a Borges: “Soy un lector hedónico: jamás consentí que
mi sentimiento del deber interviniera en afición tan personal como la
adquisición de libros, ni probé fortuna dos veces con autor intratable,
eludiendo un libro anterior con un libro nuevo…”
Y bien, yo me propongo aquí la defensa más
ingrata de los libros difíciles y de la dificultad en la lectura. No por un
afán especial de contradicción, sino porque me parece justo reconocer que
también muchas veces en mi vida la lectura se pareció al montañismo, a la lucha
cuerpo a cuerpo y a las carreras de fondo, todas actividades muy saludables y a
su manera placenteras para quienes las practican, pero que requieren,
convengamos, algún esfuerzo y transpiración. Aunque quizá sea otro deporte, el
tenis, el que da una analogía más precisa con lo que ocurre en la lectura. El
tenis tiene la particular ambivalencia de que es un juego extraordinario cuando
los dos contrincantes son buenos jugadores, pero se vuelve patéticamente
aburrido si uno de ellos es un novato, y no alcanza a devolver ninguna pelota.
Las teorías de la lectura creen decir algo cuando sostienen el lugar común tan
extendido de que es el lector quien completa la obra literaria. Pero un lector
puede simplemente no estar preparado para enfrentar a un determinado autor y
deambulará entonces por la cancha recibiendo pelotazo tras pelotazo, sin
entender demasiado lo que pasa. La versión que logre asimilar de lo leído será
obviamente pálida, incompleta, incluso equivocada. Si esto parece un poco
elitista basta pensar que suele ocurrir también exactamente a la inversa,
cuando un lector demasiado imaginativo o un académico entusiasta lanza sobre el
texto, como tiros rasantes, conexiones, interpretaciones e influencias en las
que el pobre escritor nunca hubiera pensado.
En todo caso la literatura, como cualquier
deporte, o como cualquier disciplina del conocimiento, requiere entrenamiento,
aprendizajes, iniciaciones, concentración. La primera dificultad es que leer,
para bien o para mal, es leer mucho. Es razonable la desconfianza de los
adolescentes cuando se los incita a leer aunque sea un libro. Proceden con la
prudencia instintiva de aquel niño de Simone de Beauvoir que se resistía a
aprender la “a” porque sabía que después querrían enseñarle la “b”, la “c” y
toda la literatura y la gramática francesa. Pero 2 es así: los libros, aún en
su desorden, forman escaleras y niveles que no pueden saltearse de cualquier
manera. Y sobre todo, sólo en la comparación de libro con libro, en las
alianzas y oposiciones entre autor y autor, en la variación de géneros y
literaturas, en la práctica permanente de la apropiación y el rechazo, puede
uno darse un criterio propio de valoración, liberarse de cánones y autoridades
y encontrar la parte que hará propia y más querida de la literatura.
La segunda dificultad de la lectura es,
justamente, quebrar ese criterio; confrontarlo con obras y autores que uno
siente en principio más lejanos, exponerse a literaturas antagónicas, impedir
que las preferencias cristalicen en prejuicios, mantener un espíritu curioso. Y
son justamente los libros difíciles los que extienden nuestra idea de lo que es
valioso. Son esos libros que uno está tentado a soltar y sin embargo presiente
que si no llega al final se habrá perdido algo importante. Son esos libros
contra los que uno puede estrellarse la primera vez y sin embargo
misteriosamente vuelve. Son a veces carromatos pesados y crujientes que se
arrastran como tortugas. Son libros que uno lee con protestas silenciosas, con
incomprensiones, con extrañezas, con la tentación de saltear páginas. No creo
que sea exactamente un sentimiento del deber, como ironiza Borges, lo que nos
anima a enfrentarnos con ellos, e incluso a terminarlos, sino el mismo
mecanismo que lleva a un niño a pulsar “enter” en su computadora para acceder
al siguiente nivel de un juego fascinante. Ellos no ocultan su orgullo cuando
se vuelven diestros en juegos complicados ni los montañistas se avergüenzan de
su atracción por las cumbres más altas.
Hay una última dificultad en la lectura, como una enfermedad terminal y
melancólica, que señala Arlt en una de sus aguafuertes: la sensación de haber
leído demasiado, la de abrir libro tras libro y repetirse al pasar las páginas:
pero esto ya lo sé, esto ya lo sé. Los libros difíciles tienen la piedad de
mostrarnos cuánto nos falta.
Guillermo Martínez
Clarín, 24 de abril del 2001,
Suplemento de Cultura
ACTIVIDADES
1) Como este es un ensayo, es un texto argumentativo que reúne cuestiones pertenecientes a alguna disciplina, para discutir algunos temas que resultan problemáticos. En este caso un ensayo literario, que habla sobre las formas de leer.
Recordemos las partes de una argumentación:
- se introduce el tema
- se plantea el tema como problema
- se perfile una hipótesis ( o varias), una forma de ver el problema
- se despliegan argumentos
- puede dejar una conclusión
Al ser un texto de tipo académico, además, hay recursos propios: la intertextualidad, es decir, la inclusión de otras voces, de otros textos que se mencionan, es uno de ellos.
1) A lo largo del texto se mencionan palabras que tienen que ver con lo fácil y lo difícil. Hacer un listado para cada uno de las posiciones, puede ser de doble entrada. Por ejemplo Lo fácil: felicidad / lo difícil: martirio, etc...
2) a) Buscar en el diccionario el significado (o varios significados) de la palabra hedonismo. Transcribir. b) Relacionar: ¿En qué sentido lo plantea el autor?
3) ¿De qué se quejan los adultos? ¿Qué es lo que no reconocen?
4) Buscar en sitios de internet o en la contratapa de los libros, o alguna reseña de una booktoubers, de qué se trata Don Quijote, Moby Dick y Macbeth.
5) ¿Por qué el auor quiere defender la lectura de los "libros difíciles"?
6) Él hace una comparación con respecto a lo que significa la sensación de leer un texto difícl. ¿Con qué lo compara? ¿Qué tienen en común?
7) El autor menciona una teoría de la lectura. ¿Cuál es? ¿Se aplica en este caso, cuando los libros son difíciles?
8) Si para leer hay que que considerar un texto (difícil en este caso) y a un lector que lo lea (ustedes, por ejemplo), ¿Cómo se siente -siguiendo la comparación- ese lector mientras atraviesa la lectura? ¿Cómo queda?
9) ¿Qué implica la literatura? ¿Cuáles son las condiciones que debe reunir o cumplir el que lee literatura? ¿Cuál es la primera dificultad?
10) ¿Cuándo uno empieza a formarse como un lector competente, ávido, experto o más perspicaz? ¿Cuándo se va convirtiendo en "mejor" lector de literatura?
11) ¿Cuál es la segunda dificultad que, observa el autor, implica la lectura? ¿Con qué lo compara ahora? ¿Cómo se sortea esa dificultad?
12) ¿De qué se trata la última dificultad? ¿Qué nos muestra esa dificultad?
viernes, 3 de abril de 2020
Clase 4
Hola, chicos...
A continuación transcribo (estoy tipeando) lo que ustedes tienes que, a su vez, transcribir en su carpeta. Igual se los hubiese dictado... Y ya es queda como teoría fundamental. Continuamos con el tema, estamos en la unidad 1. Lo que esté en azul, es lo que tienen que transcribir. Lo que esté en negro son mis aclaraciones, no lo transcriban.
DECIDIR QUÉ ES LITERATURA
Para llegar a una definición de literatura, se pueden reunir los siguientes aspectos:
- es un producto humano que se realiza por medio de las palabras;
- la presencia de lo bello es central a la hora de calificar una obra como literaria. Las obras literarias tienen claramente una función estética;
- el concepto de belleza es variable, ya que está determinado por la época y por cada grupo social y cultural. Por lo tanto, lo que se considera literatura también cambia;
- los lectores y los autores también tienen diferentes intenciones al abordar una obra literaria. Sin embargo, es legítimo considerar que ambos coinciden en buscar en la literatura un tipo particular de placer que puede denominarse "placer estético".
Primera conclusión: todo lo que se lee como literatura es literatura. El lector tiene un lugar privilegiado, es quien tendría en sus manos los elementos que permiten caracterizar a una obra como literaria o no literaria.
Pero, además, según las épocas, los grupos sociales y las regiones, los textos literarios integran o no "la literatura". En la actualidad, son consideradas literarias y se estudian en las universidades. Obras que estuvieron fuera del canon literario del siglo XVIII, forman parte del canon literario del siglo XXI.
Bueno... apareció un concepto específico de la teoría literaria... ¿Qué eso del canon literario? Abajo, o como parte de la tarea, les voy a pedir que lean un artículo de Andruetto sobre el canon y respondan algunas cuestiones...
EL CANON LITERARIO
La palabra canon significa "lista o catálogo". En relación con el arte, se aplica al conjunto de obras consideradas como artísticas en un período determinado. Entre ellas, se incluyen no solo las obras realizadas por los autores contemporáneos sino también las de otras épocas, y que forman parte de la tradición literaria. Las obras que no son incluidas dentro del canon literario (o que, en muchos casos, son deliberadamente excluidas) pasan a formar parte de lo que se denomina "literatura marginal", por estar precisamente al margen o fuera de las pautas aceptadas. Por eso, muchas veces textos que conforman la literatura marginal en una época, forman parte del canon literario de otra.
La característica más importante del canon es su relativa inestabilidad, dado que el concepto de lo que es literatura resulta variable. Su variación está determinada por cuestiones referidas, entre otras, al gusto y la moda. Por ello, la valoración de una obra depende de los criterios (sociales y culturales) y las ideas con que esa obra es analizada.
El canon se constituye, principalmente, a partir de instituciones como las escuelas y universidades, los críticos literarios y las editoriales que determinan qué textos deben ser leídos como literatura y cuáles no.
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